La creatividad como proceso puede explicarse en términos de la actividad neuronal, Harry Alder en su libro Inteligencia creativa menciona que conforme pensamos, imaginamos y experimentamos, desarrollamos más conexiones neuronales y redes más complejas, más que el tamaño del órgano lo que importa es el número de conexiones sinápticas, y éstas son, a efectos prácticos, ilimitadas. Se trata de un proceso bidireccional: por un lado entran las sensaciones y por otro, transmitimos instrucciones al cuerpo basándonos en el significado que hemos creado. En este sentido la creatividad es el resultado de conexiones neuronales, es un entrecruce de lo que conocemos y lo que desconocemos.
Una idea obsoleta es asociar la creatividad con el hemisferio derecho (neocorteza o parte superior del cerebro), ya que este hemisferio tiene cualidades espaciales, intuitivas, artísticas, musicales y poder de síntesis, sin embargo investigaciones recientes han demostrado que el cerebro trabaja en conjunto de este modo la creatividad se ve favorecida en una situación en la que ambos hemisferios se complementen.
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